Las comas cometarias, algo así como las ‘atmósferas’ de los cometas, presentan estructuras complejas que pueden ser estudiadas mediante la observación con telescopios.
En un reciente estudio publicado en la revista Astronomy, un equipo científico internacional, liderado por el Max-Planck-Institut für Sonnensystemforschung (MPS, Instituto Max Planck para la investigación sobre el Sistema Solar), con participación del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) y del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), ha analizado la morfología de la coma del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y su posible dependencia de la actividad del núcleo. Para ello han utilizado imágenes obtenidas con una de las cámaras del instrumento OSIRIS (Optical Sprectroscopic and Infrared Remote Imaging System, sistema remoto de imagen óptica, espectroscópica e infrarroja) a bordo de la nave espacial Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA). En concreto se ha utilizado la cámara NAC (Narrow Angle Camera, o cámara de campo estrecho), cuya elevada resolución ha permitido observar con nitidez tanto las fuentes como la formación de estructuras en forma de chorro.
En el estudio se muestra que la insolación sobre el núcleo irregular del cometa modifica la morfología de la coma, provocando la aparición de estructuras en forma de chorro brillantes de gas y polvo. Estos chorros son producidos durante los máximos locales de insolación y colimados por las concavidades topográficas presentes. Debido a la forma irregular del cometa 67P, estas estructuras pueden variar según la perspectiva del observador, pueden también activarse o desactivarse en función de la insolación e incluso pueden permanecer ocultas en las zonas de sombra del propio núcleo, complicando aún más su estudio.
Figura: coma de polvo en la región del cuello de 67P en la misma hora local pero observada desde perspectivas diferentes.
Fuente: UCC-CAB
Fecha: 2018-05-24