Tras diez años de investigaciones, un grupo de científicos ha llegado a la conclusión de que el brillante destello que observaron en 2005 en el núcleo de la galaxia Arp 299-B no es una explosión supernova, como se consideró entonces. Se trata, tal y como lo refleja el reciente estudio publicado en Science, de un chorro de material que es expulsado por el agujero negro supermasivo, situado en el centro de la galaxia, tras desgarrar una estrella. Este trabajo ha sido liderado por Seppo Mattila, de la Universidad de Turku y Miguel Pérez Torres, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), y en él han participado 36 investigadores de 26 instituciones diferentes, entre ellos, Almudena Alonso Herrero, del Centro de Astrobiología.
Los autores del trabajo han realizado observaciones en distintas longitudes de onda. Para ello, han utilizado el Telescopio Nórdico (NOT), en las Islas Canarias, y el telescopio espacial Spitzer (NASA)para observar el objeto en el infrarrojo. Se realizaron, además, continuas observaciones con múltiples radiotelescopios, entre ellos la red europea de VLBI (EVN) y el VLBA (Very Long Baseline Array), que combina antenas que están separadas por miles de kilómetros y que logra una resolución equivalente a la que tendría un telescopio con el diámetro de la Tierra.
Este seguimiento continuado les ha permitido ver cómo el destello inicial se expandía en una dirección concreta, por lo que pudieron descartar así otros posibles escenarios, como el de la explosión de supernova afirmado años antes.
La mayoría de las galaxias albergan en sus regiones centrales agujeros negros supermasivos. Estos objetos tienen un campo gravitatorio tan intenso que ni la luz puede escapar. Además, muestran una estructura típica, compuesta por un disco de gas y polvo que absorbe el material de su entorno, además de un par de chorros de partículas a alta velocidad que emergen de los polos.
En los eventos de disrupción por mareas, en los que el agujero negro destruye a una estrella, la mitad de la masa es expulsada al espacio, mientras que la otra mitad es absorbida por éste. En el caso de la galaxia Arp 299-B, su agujero negro supermasivo ha expulsado el chorro de material después de desgarrar una estrella con entre dos y seis veces la masa del Sol.