El Centro de Astrobiología ensaya en Islandia una estrategia que servirá para buscar vida en Marte

Islandia tierra de hielo y fuego
Islandia, tierra de hielo y fuego. Vista panorámica de un cráter helado cercano a la región hidrotermal de Námafjall (NE de Islandia), representando la dualidad vulcano-glaciar de los paisajes islandeses. Créditos: L. Sánchez-García.

Un equipo multidisciplinar del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) ha desarrollado un método de análisis biogeoquímico estudiando sustratos hidrotermales terrestres análogos a Marte. Este método ayudará a identificar biofirmas en lugares potencialmente habitables en Marte, como el cráter Jezero, lugar de aterrizaje de la misión Mars 2020 de NASA.


La búsqueda de potenciales signos de vida en Marte es un verdadero desafío para los científicos, principalmente por la escasa presencia de compuestos orgánicos y las condiciones extremadamente oxidantes en su superficie. Actualmente se considera que los hipotéticos restos biológicos que pudiera haber en el planeta rojo se hallarían en nichos geoquímicos localizados bajo la superficie marciana, formando complejos minerales que los protegerían de la elevada radiación ionizante. Por este motivo, la búsqueda de vida, pasada o presente, en Marte requiere de un conocimiento previo de qué y dónde buscar.

En un reciente estudio, realizado por un equipo multidisciplinar del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) y publicado en la revista Scientific Reports, se han explorado las “huellas dactilares” microbianas y su mineralogía asociada en sistemas hidrotermales islandeses análogos a Marte, con el objetivo de identificar ubicaciones potencialmente habitables en ese planeta.

Como señala Laura Sánchez-García, investigadora del CAB que ha liderado el estudio, “Islandia se considera un laboratorio natural y accesible para el estudio de la potencial habitabilidad y preservación de marcadores biológicos en Marte. Por un lado, se trata de un ambiente extremo con particulares condiciones ambientales (aguas y lodos ácidos a elevadas temperaturas, con abundancia de formas azufradas, emanaciones gaseosas de dióxido de carbono y sulfhídrico, etc.), similares a las que pudo haber en Marte hace unos 3000 – 4000 millones de años, cuando había actividad hidrotermal. Por otro, contiene abundantes depósitos de sílice, similares a los encontrados en los cráteres marcianos de Gale o Jezero, conocidos por su gran potencial preservación de biomarcadores. De hecho, el descifrado de biofirmas en depósitos hidrotermales de sílice hace pensar en los ambientes hidrotermales como uno de los escenarios más plausibles para el surgimiento de la vida en la Tierra”.

En el estudio se analizó, en concreto, la composición mineralógica y biogeoquímica de cuatro sustratos hidrotermales con potenciales similitudes con el Marte primitivo: ollas de barro (mud pots), fumarolas humeantes e inactivas, y biopelículas del lecho de aguas termales. Los análisis han mostrado la presencia de rastros moleculares e isotópicos de vida, así como su relación con diversas variables inorgánicas, como temperatura, pH, agua, y composición mineral.

Para Sánchez-García, “La detección de biomarcadores lipídicos, pigmentos y minerales potencialmente biomediados (creados por el metabolismo de microorganismos) realizada con instrumentos como espectrómetros de masas y Raman, similares a los que van a bordo de las misiones Mars 2020 (de NASA, de camino hacia Marte) o ExoMars (ESA, que se lanzará a Marte en 2022), contribuye a delimitar el contexto mineral donde se podrían encontrar biofirmas en escenarios análogos en Marte, como por ejemplo el cráter Jezero, donde aterrizará la misión Mars 2020 en febrero de 2021”.

Fuente: UCC-CAB

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