Un reciente estudio liderado por el Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) revela que las regiones donde se forman las estrellas y sus planetas abarcan un tamaño mucho mayor de lo que se pensaba.
Las estrellas no son eternas, sino que pasan por diferentes estados evolutivos de nacimiento, madurez y muerte. Al nacer se encuentran agrupadas en cúmulos de hasta cientos de estrellas jóvenes, auténticas “guarderías” estelares. A su vez, las estrellas en su juventud se encuentran rodeadas de discos protoplanetarios de gas y polvo, las “cunas” de los planetas en formación. Debido en gran parte al relativamente pequeño campo de visión de los telescopios disponibles, el análisis de los cúmulos estelares se había reducido al estudio de las estrellas localizadas en las zonas centrales, a distancias menores de unos 10 años luz del centro de cada cúmulo. Hasta ahora.
El equipo liderado por Ignacio Mendigutía y Enrique Solano, del Centro de Astrobiología, ha estudiado varios cúmulos estelares jóvenes analizando regiones mucho mayores que las que se habían considerado hasta la fecha. Esto ha sido posible gracias a los nuevos datos del telescopio espacial Gaia y al uso de Clusterix, una herramienta de análisis desarrollada por el Observatorio Virtual Español. Este trabajo, aceptado para su publicación en la revista Astronomy & Astrophysics, muestra que las estrellas jóvenes y sus discos protoplanetarios también se encuentran en las zonas externas, revelando que el verdadero tamaño de los cúmulos de formación estelar y planetaria es mucho mas grande de lo que se pensaba.
Según Ignacio Mendigutía “aunque la densidad de estrellas jóvenes es mas alta en las zonas centrales, ha sido una sorpresa encontrar tantas protoestrellas, con sus discos protoplanetarios asociados, incluso a mas de 100 años luz del centro de algunos cúmulos”. La cantidad de información resultante de este trabajo es tan inmensa que “ha sido necesario crear una base de datos específica, disponible para que la comunidad astronómica pueda hacer uso de ellos”, comenta Enrique Solano. “Esto es sólo el principio. Ahora se trata de estudiar en detalle los procesos de formación estelar y planetaria en los distintos cúmulos, teniendo en cuenta que sus tamaños son realmente inmensos”, concluye Mendigutía.