Detección de péptidos análogos a otros de miles de millones de años en un entorno hidrotermal similar a la Tierra primitiva

Una investigación liderada por el Centro de Astrobiología (CAB) muestra la existencia en la naturaleza de fragmentos de proteínas (péptidos) que pudieron existir hace 4000 millones de años.

Reconstrucción de Secuencias Ancestrales (ASR) y Resurrección de Proteínas para buscar biomarcadores en ambientes extremos análogos a otros ambientes planetarios mediante inmunoensayos fluorescentes en formato microarray (FSMI por Fluorescence Sandwich Microarray Immunoassay). Microorganismos de El Tatio (Chile), análogo del hidrotermalismo del Marte primitivo, producen proteínas beta-lactamasas y thioredoxinas que aún conservan rasgos ancestrales en su estructura.

Utilizando anticuerpos frente a proteínas «resucitadas» cuyo origen teórico se remonta a miles de millones de años, y técnicas de mapeo de epítopos mediante microarrays de péptidos (fragmentos pequeños de proteínas), se pudo detectar e identificar péptidos similares a sus análogos ancestrales en muestras de un ambiente hidrotermal actual. En particular, muestran que microorganismos de El Tatio (Chile), campo de géiseres análogo a ambientes hidrotermales del Marte primitivo, producen proteínas beta-lactamasas y thioredoxinas que aún conservan rasgos ancestrales en su estructura. El trabajo ha sido publicado en la prestigiosa revista Analytical Chemistry.

La existencia de una gran cantidad de genomas de microorganismos ya secuenciados, así como sofisticados programas de análisis de secuencias de ADN, permiten inferir cómo pudieron ser los genes y las proteínas hace miles de millones de años. Las técnicas de síntesis de genes, ingeniería genética, y biología molecular permiten expresar esos genes, producir esas proteínas «ancestrales», y estudiar sus propiedades en el laboratorio. «Es como viajar en el tiempo para entender cómo debió ser la bioquímica en la Tierra primitiva, cuando solo existían microorganismos y aún quedaba mucho recorrido para la evolución de la vida», comenta Rita Severino, doctoranda y autora principal del trabajo.

En el CAB, con el objetivo de entender qué restos moleculares podríamos encontrar en muestras de Marte de edades similares a las de las primeras señales de vida en la Tierra (entre 3500 y 4000 millones de años), hemos utilizado la capacidad de «resucitar» en el laboratorio proteínas que debieron existir en esa época. Puesto que ambos planetas eran habitables en ese periodo y ambos debieron intercambiar importantes cantidades de material debido al elevado número de impactos meteoríticos, de haber vida en Marte, ésta debió tener características similares. «El enfriamiento rápido de Marte y sus condiciones inhóspitas durante más de 3000 millones de años debieron ralentizar considerablemente la evolución de su hipotética microbiota inicial. Así pues, tanto si en el Marte actual hay restos de su vida primitiva como actual, ésta debe conservar rasgos ancestrales. Esas propiedades son las que queremos identificar mediante la técnica de reconstrucción de secuencias y resurrección de proteínas ancestrales o partes de ellas (péptidos), y usarlas como sondas en instrumentación para identificar restos de vida», confirma Victor Parro, coautor y director de la investigación.

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