El pasado 3 de junio, el LAEFF (Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental) celebró su XXV aniversario. En la actualidad, el laboratorio está integrado en el departamento de Astrofísica del Centro de Astrobiología (CAB), CSIC-INTA, pero parte de su equipo continúa su labor en las instalaciones del ESAC (European Space Astronomy Centre), de la ESA (Agencia Espacial Europea), donde comenzó su actividad hace ya 25 años. Desde entonces, LAEFF se han convertido en unas siglas de referencia en el campo de la Astrofísica y, aún hoy, muchos del gremio siguen identificando con ellas a este grupo de investigadores.
Uno de los astrofísicos que han vivido de cerca la evolución del LAEFF a lo largo de estos años es Benjamín Montesinos, coordinador del grupo de investigación de Formación y Evolución de Estrellas, Enanas Marrones y Planetas.
¿Cómo ha vivido estos 17+8 años del LAEFF? ¿Hay algún momento o anécdota que le parezca interesante remarcar?
Cada época ha sido diferente. Al comienzo, la edad media de los miembros del LAEFF era bastante baja porque muchos de nosotros veníamos de nuestro segundo postdoctorado, tras cinco o seis años en el extranjero, con lo cual las diferencias generacionales entre los séniors y los estudiantes no existían. Al ser un centro que comenzaba desde cero, todo costaba mucho trabajo, y aparte de nuestras tareas de investigación nos teníamos que dedicar a otras muy variopintas, como montar con nuestras manos las estanterías de la biblioteca y pasillos, mover ordenadores, controlar el funcionamiento de la calefacción y el aire acondicionado… Lo recuerdo como una época de esfuerzo e ilusión por sacar el proyecto adelante. Vivimos, además, el comienzo de internet y de los protocolos web, con todo lo que eso trajo consigo. Conforme han pasado los años, hemos intentado mantener el espíritu de los primeros años y prueba de que el LAEFF siempre ha sido un lugar especial –no solo para investigar– es el cariño con el que recuerdan su estancia personas que han pasado pocas semanas o meses con nosotros. Anécdotas hay cientas, podríamos escribir un libro, aunque uno de los coautores principales, Javier Gorosabel, protagonista de muchas de ellas, se nos fue el año pasado para siempre. Vaya aquí mi recuerdo y gratitud, porque parte de ese espíritu del LAEFF es suyo.
¿Cuáles han sido los logros científicos más destacables obtenidos en el LAEFF a lo largo de estos 25 años?
Si tengo que destacar algo en general sería comprobar cómo han ido creciendo semillas que se sembraron hace años y que se han convertido en pilares de los logros del LAEFF. Uno de ellos es la Optical Monitoring Camera (OMC), una cámara óptica instalada a bordo de la misión INTEGRAL, y que es el primer instrumento científico liderado desde España que voló –y aún lo hace– en una misión de la Agencia Espacial Europea. Otro logro es la consolidación del grupo de archivos científicos y del Observatorio Virtual, que surgió del trasvase del archivo del observatorio IUE desde ESA al LAEFF, allá por 1999. Esa pequeña primera piedra fue el germen de lo que hoy es ese grupo, de referencia tanto en España como en el extranjero. Respecto a la ciencia, desde el LAEFF se han publicado más de 800 artículos, se han realizado 33 tesis doctorales y, de esos doctores, alrededor de un 75% continúan en el campo de la investigación o en la docencia universitaria. Un total de 140 personas (plantilla, postdoctorados, estudiantes, trainees, personal de apoyo) se han formado o trabajado en el LAEFF a lo largo de estos años. Muchas de ellas trabajan ahora en varios de los proyectos espaciales que se coordinan desde ESAC. Son buenos números para un centro relativamente pequeño.
Uno de los precedentes del CAB fue el LAEFF, en palabras del actual Director del Centro de Astrobiología, Miguel Mas Hesse, ¿también lo considera así? ¿Cómo se produjo la integración del LAEFF en el CAB?
Sin duda. Hasta 2008 el LAEFF era un centro que orgánicamente dependía sólo de INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial), en concreto, de la División de Ciencias del Espacio, aunque el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) aportaba personal mediante un convenio entre ambas instituciones. Cuando se creó el CAB, centro mixto INTA-CSIC, se planteó la necesidad de mantener dos institutos dentro de INTA dedicados a investigación y cuyas actividades se solapaban. Se decidió entonces que el LAEFF desapareciera formalmente –que no físicamente– y entrara a formar parte del Centro de Astrobiología, primero como laboratorio, LAEX se rebautizó durante poco más de un año, y en 2010, después de la reestructuración del CAB en departamentos, como parte del departamento de Astrofísica, manteniendo su sede en Villanueva de la Cañada.
¿Por qué considera importante que parte del departamento de Astrofísica continúe en ESAC?
Uno de los objetivos iniciales del LAEFF fue la potenciación de la investigación en astrofísica espacial. En los años 90, España prácticamente no había tomado el tren del desarrollo de instrumentación, del apoyo a misiones científicas de ESA y del uso de datos científicos obtenidos desde el espacio. Se pensó que sería una buena idea que el LAEFF estuviera en Villanueva de la Cañada –VILSPA como se conocía a ESAC en aquella época– para fomentar la interacción con el personal de las misiones de ESA (IUE, ISO, XMM-Newton, INTEGRAL…), y realmente la idea funcionó bien. En épocas más recientes hemos tenido una interacción muy directa con el equipo del observatorio espacial Herschel y en un futuro muy cercano se intensificará con el equipo de Gaia. La proximidad geográfica ha sido un elemento clave, de modo que ESAC es el lugar lógico para que una gran parte de los astrofísicos del CAB desarrollemos nuestro trabajo.
El personal del LAEFF sentó las bases del departamento de Astrofísica del CAB. Ahora, ¿hacia dónde apunta el futuro del departamento?
Aunque en el departamento se realizan investigaciones sobre temas muy distintos, no deberíamos perder de vista que estamos en el Centro de Astrobiología y que, por tanto, las investigaciones futuras han de ir siempre enfocadas a temas afines a esa rama. Mi opinión personal es que el departamento, y no solo el de Astrofísica, ha de ir de alguna forma cruzando su camino con los demás. Sé que no es fácil, porque incluso en institutos que se dedican cien por cien a astronomía, las conexiones entre departamentos son complicadas. El CAB es un centro aún joven y necesitará todavía algunos años antes de tener una ‘conciencia de centro’. De todos modos, el futuro a medio plazo creo que nos deparará la oportunidad de colaboraciones inevitables entre departamentos: dentro de unos años, no se cuántos, los astrónomos podremos proporcionar a los biólogos y geólogos planetarios datos sobre composición de atmósferas de planetas rocosos, aptos –dentro de ciertas restricciones– para la formación potencial de vida. En ese momento el cruce de caminos será obligatorio.